martes, 21 de marzo de 2017

Desoxidar el corazón


Es 21 de marzo a las 22:48, creo que ni me debería haber despertado esta mañana si hubiera sabido que te iba a echar tanto de menos estando tan cerca, por un distanciamiento entre orgullo y dolor que nos ha hecho míseros culpables de que hoy no pueda ni respirar, me siento agotada, vacía, pensando que mañana por la mañana tendré algún ansiolítico en el bolsillo de mi chaqueta y en la cabeza a la persona que en tres meses me ha enseñado a despegarme de mis creencias, a conseguir creer en un ‘nosotros’ sin tener que temblarme el cuerpo, ganar la batalla entre pasado y futuro y dar el primer paso a vivir como ese niño pequeño cuando cumple un año, primero agarrado de las manos con más seguridad que miedo porque sé que te haces tan presente en mí que en ese paso no me despegaría de ti en ningún momento, poco a poco avanzando, aunque a veces me sueltes una mano para ver como ando sola, el problema está en que no quiero andar sola ni dar más pasos si no es contigo de la mano, me niego, no quiero entender ni tan siquiera pensar que lo que me enseñas algún día lo pondré en práctica sola, quizás es lo mejor que me lleve de ti si todo acaba, al margen de todos los momentos que has vivido conmigo, pero, sería incapaz de vivir sin ti, igual porque contigo si lo hacía.. Igual porque antes de que llegaras sobrevivía a una vida completamente vacía y nula donde nada estaba a mi favor y al llegar tú me di cuenta.
Me niego.
Me niego rotundamente a continuar así, fuiste tú quien me sacó del cascarón y no hay un solo día que no esté agradecida a la vida y orgullosa de haber tenido los santísimos ovarios de hablarte el primer día y pensar que a día de hoy echo en falta el primer beso que dejaste que te diera el primer día que me llevaste a casa.. y más adelante, te aseguro que intenté no besarte intenté no vivir en esa sonrisa que se ha convertido en el centro de mi universo porque no hace falta pensar que eres lo mejor que me podía pasar, que llegaste cuando más lo necesitaba y que luchaste por estar conmigo, no tengo que tan siquiera pensarlo porque lo sé, porque siento que me sobran los cinco sentidos para sentirte. Te quiero, así, como eres tú con tus metidas de pata, con tus inseguridades, con tus enfados, con nuestros tres meses de amaneceres reflejados en tus ojos, por hacerme entender que ser tu mismo puede enamorar, por las lágrimas que se me han deslizado por la cara antes de que sonara mi móvil con tu nombre al otro lado y al cogerlo deslizárseme tus palabras haciendo secar mis lágrimas, soñarte y despertarte en camas ajenas a la mía incluso a la tuya, pero qué increíble estas de madrugada despeinado y llevándote por delante todo lo que se cruce tan solo por asegurarte de que llegue a casa a la hora acordada. Porque antes de besarme ya me imaginé besándote seis veces antes de que tú lo hicieras y porque no imaginas cuánto llegué a temer besar tus labios y lo que conllevaría.
Eres tú la persona que me motiva a madrugar, a ir a veces más mona a clase y a querer que estés en ella, eres tu quien me incita a reír tontamente cuando utilizamos Snapchat en clase y a que me moleste que te enfades cuando en la historia no ves fotos nuestras juntos, pensar en tus dudas me tambalea un poco la vida y eres tú, lo sé porque desde que tú, mi único miedo son los tuyos y por ello, acércate y dame tu mano, que saltar al vacío es llenarme de ganas de tirarme contigo y es que.. Qué es la vida sino perderla en tu espalda para luego girarte y volver a encontrarla.
Eres tú porque existes, lates y coges mi corazón manejándolo a tu antojo tanto que siempre termino amando las cosas que me haces hacer.



Eres mi lugar favorito en el mundo donde me quedaría a vivir.